martes, 2 de noviembre de 2010

QUIXOTE MARATÓN CRÓNICA

La mañana se presentaba fea pero fue peor. Nos levantamos con el suficiente tiempo para terminar de organizar la bolsa y tomar el almuerzo. Salimos con el tiempo justo para llegar al pabellón desde donde se daba la salida, pues hacía un frío que pelaba y así aguataríamos al máximo con la ropa de abrigo puesta. Dejamos la bolsa en el guardarropa y le dimos instrucciones a mi hijo para que después de correr él, se situara en la media maratón que pasaba  por delante del pabellón para que nos suministrara lo que nos hiciera falta de lo que habíamos metido en la bolsa.
En el kilómetro 2 tiré la camiseta vieja que había cogido para echarla una vez entrara en calor, y empezó el maratón, como siempre los primeros kilómetros los hicimos un poco más lentos para ir de menos a más, los 10 Km. los pasamos en 56´50” íbamos bien, al poco empezó a llover bastante agua, con lo que eso conlleva nos mojamos y el viento frío nos helaba los músculos pero lo peor era la sensación de llevar los pies mojados, estábamos entre 6-7 grados. Pasamos la media en dos horas contando que tuvimos que pararnos antes dónde estaba mi hijo a escurrir los calcetines volvernos a poner  vaselina e ir al baño cosa que tuvimos que hacer varias veces por la sensación de humedad. Aún así tuvimos muy presente ir siempre bebiendo pues el mayor problema de los que iban cayendo fue la deshidratación pues al llover se tenía menor sensación de sed.
Alrededor del Km. 28 -29 empezaron las molestias en la rodilla derecha, cuando intentaba levantarla un poco me daba fuertes pinchazos que fueron haciendo que el dolor me llegara desde la rodilla a la parte baja de la columna, algunas veces incluso haciéndome perder el equilibrio, pero encontré la manera de correr sin levantar mucho los pies y continuamos, el problema es que alrededor del Km. 32-33 apareció lo que más temía mis problemas con el hígado, intente mojarme la boca y beber lo mínimo posible pues a partir de ese momento sabía que todo lo que tomara iría fuera.
Era imposible seguir corriendo, así que mi fiel compañero (mi marido) decidió que sería mejor correr 5 min. y andar 2 min. para ir recuperándome, pero poco a poco andaba más que corría, pero tan sólo quedaban 4km para el final decidimos seguir, y por fin vi el pabellón tuve que pararme para poder subir el pequeño escalón que separaba la vía de la acera que daba a las pistas pero el objetivo estaba cumplido terminamos en 4 horas 37 minutos 29 segundos.
Es indescriptible para quien no ha corrido un maratón la sensación que tienes, he de decir que es mi segunda peor marca en esta modalidad pero a pesar de que en los últimos kilómetros le dije a mi marido que no quería hacer ninguna más, hoy que ya han pasado dos días que apenas puedo levantarme de la silla y ni contar con bajar o subir escaleras, me pregunto si no hubiera tenido el esguince en agosto y la hubiera preparado un poquito más quizá hubiera mejorado, quizá pueda hacerlo mejor, quizá lo pueda volver a intentar. Pero es que los fondistas estamos así de locos, somos así de apasionados y parece ser que nos apasionan las agonías como Agón.

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